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“SOY CORDOBÉS “ HOMENAJE AL POTRO RODRIGO POR MARCOS PARADA – COCINERO HISTORIADOR

 

Dicen que los grandes no mueren, se transforman en leyenda. Y si hablamos de leyendas con cuarteto en la sangre, Fernet en la mano y olor a asado en la ropa, Rodrigo Bueno es, sin dudas, el más bravo entre los nuestros. El Potro no solo cantaba con el corazón: comía con ganas y vivía como si la vida fuera un baile largo, con sobremesa incluida.

Tenía alma de calle y estómago de fonda. Cuando se bajaba del escenario, no pedía sushi ni caviar, no señor: el Potro era de tabla, cuchillo y pan en la mano. Su plato favorito era el asado, y más de una vez lo vieron en la Costanera de Córdoba clavando un choripán con amigos, con la misma pasión con la que después se subía al escenario y se mandaba un “Soy cordobés y me gusta el vino…”.

Era feliz entre brasas y abrazos.

Rodrigo amaba la comida de verdad, de esa que se mastica con historia. Un choripán gigante en barrio San Martín, un asado a la criolla que tanto le gustaba: lo pedía jugoso, con chinchulines crocantes, morcilla caliente, costilla con cuerito y papas fritas. Le gustaba el locro bien potente, de esos que te hacen sudar el cuero cabelludo, y si podía, le metía un chorrito de vino al guiso “pa’ darle onda”.
Un bife de chorizo por algún bodegón…

Fue dulcero, y entre sus preferidos estaba el panqueque de manzana quemado al rhum.
Dicen que una vez, en plena gira por Tucumán, se bajó del micro, se metió en una casa donde olía a empanadas y, sin conocer a nadie, dijo:
—Señora, ¿no me convida una docena pa’l alma?

Comió, se sacó una foto con los nietos y dejó de regalo una entrada para el show. Así era él: de estómago agradecido y corazón gigante.

Su última comida fue pollo con ensalada de zanahoria y huevo, acompañada con agua y Fernet de bajativo y sobremesa.

En sus canciones hay aroma a Fernet, gusto a vida de barrio, y están condimentadas de noches largas.

En Soy cordobés, nos recuerda que el paladar también baila:

“Me gusta el vino y la joda, y lo tomo sin soda… de la ciudad de las mujeres más lindas, del Fernet y la birra…”

Rodrigo no necesitaba chef de autor. Le bastaba con una parrilla al aire libre, una Coca para cortar el Fernet, y un fueguito chispeando mientras afinaba la garganta.

Si el cielo tiene un patio, seguro ya armó una mesa larga y está cantando “Lo mejor del amor…” con un choripán en la mano.
Puedo imaginar también una pizza en compañía del Diego, golpeando la mesa al ritmo de La mano de Dios, después de un picado. Y desde luego, una previa junto al Zorzal Criollo, canturreando algún gotán, celebrando otro aniversario juntos.

Y como está escrito: no se hace sin cuchara ni tenedor. Les dejo una receta potrera, sencilla pero poderosa, como el cuarteto bien tocao:

Choripán (con topping cordobés)

Ingredientes:

4 chorizos criollos

4 panes tipo francés

2 dientes de ajo picados

1 tomate perita rallado

½ pimiento rojo bien picado

½ cebolla morada

1 cucharadita de pimentón

1 chorrito de vinagre de vino

Aceite de oliva

Sal y pimienta

Un shot de Fernet de las sierras

1 cucharada de miel

Y un popu de Rodrigo al parlante

Preparación:

1. Poné ritmo con el popurrí y asá los choris despacito, con paciencia de abuelo contando anécdotas.

2. Mientras, hacé la salsita: rehogá el ajo y el ají en oliva, sumá la cebolla morada, el tomate, sal, pimienta, pimentón, vinagre, el toque de Fernet y, por último, la miel hasta disolver. Dejalo reducir hasta que espese con actitud.

3. Abrí el pan, poné el chori, bañalo con la salsa y… ¡a cantar cuarteto en la vereda!

Rodrigo fue un bocado de alegría en una época difícil, un manjar popular servido en el escenario, crudo de alma y bien cocido de pasión.
Se fue demasiado pronto, como esas empanadas que se acaban antes de la segunda vuelta. Pero nos dejó la receta: vivir fuerte, brindar seguido, cantar con el alma y nunca, nunca olvidar de dónde se viene.

Porque, como decía él: “Soy cordobés, me gusta el vino y la joda… y lo llevo en la piel.”

Y desde esta cocina decimos que cada bocado tiene su historia, y Rodrigo nos dejó un sabor con más historias que el mismo Jardín Florido, brindando poemas en Rivera Indarte y 9 de Julio.

¡Yo también brindo con vos! Porque llevo el acento…

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