La pasó mal. Sufrió. Coqueteó con la humillación. Hizo de su arquero, Javi García, que llevaba un año inactivo, una de sus figuras. Estuvo más de media hora para patear al arco. Perdía en el juego y en el resultado. Lo dio vuelta recién en el minuto 76, por un gol de Maroni, un jugador relegado. Y terminó pidiendo el pitazo final, con Mas salvando un gol sobre la línea. Todo eso le costó a Boca. Todo eso ocurrió para que le ganara 2 a 1 a Claypole, por la Copa Argentina. Todo eso atravesó el campeón del fútbol argentino para vencer a un rival semiamateur (recién ascendido a la C). Todo eso, que definen su momento futbolístico, y el presente del ciclo, debió cruzar para clasificarse a los 16avos de final ante un adversario cuatro categorías inferior. Sí, Boca pasó. O mejor dicho. Zafó. Zafó del papelón.
El equipo de Russo la pasó mal desde el comienzo. Claypole, con todas sus limitaciones, pero con todas sus ganas, lo superó en cuerpo, alma y espíritu. Sí, en todo. En juego, en actitud, en inteligencia, en marca, en presión, en decisión. Bien parado, le cortó el medio y fue al frente. Fue con ganas. Y lo desbordó. Y lo inquietó. Y sí, claro, lo lastimó. Primero lo tuvo Calone, que desparramó a Varela y luego lo dejó parado a Zambrano como un principiante, para definir mano a mano ante García, que tuvo su primera atajada en el club luego de casi diez años.