Escribe: Gerardo Piva Doctor En Ciencias del Ejercicio
El corazón es un músculo muy adaptable tanto a la actividad física como a una vida sedentaria.La diferencia con un músculo esquelético como pueden ser los bíceps, es que si tenemos un bíceps flojo y rodeado de una buena capa de grasa, esto repercutirá poco en nuestra vida diaria. Pero un corazón débil puede llevarnos a la muerte mucho antes de lo esperado. La muerte por problemas del corazón y del sistema cardiovascular, en edades intermedias, es la primera causa de muerte en los países desarrollados. Muchas de estas se pueden evitar con una vida sana, y una vida sana es entre otras cosas realizar al menos cuarenta minutos diarios de ejercicio.
Las personas que ejercitan periódicamente, agrandan las cámaras del corazón y bajan las pulsaciones por minuto además de mejorar la tensión y la capacidad del transporte sanguíneo, reducir la tensión arterial y aumentar la calidad y densidad de los glóbulos rojos.
La gente no piensa en el corazón como un músculo, que pueda crecer o fortalecerse del mismo modo que otros músculos, pero de hecho, responde como tal al entrenamiento. Un trabajo aeróbico constante y de las intensidades adecuada hace que las fibras musculares que componen el corazón se vuelva gruesas y fuertes, lo que incrementa la masa muscular de este órgano. Cuanto mayor sea el músculo del corazón, más sangre bombeará por latido, reduciendo el trabajo final que realiza el corazón para mantenernos con vida, lo que alarga la vida de nuestro corazón, y sobre todo le permite estar más sano y fuerte durante más tiempo.
En un lenguaje más técnico y específico, se puede decir que la práctica regular de actividad física y ejercicio contribuye fisiológicamente a la mejora del perfil lipídico y por ende la disminución de los procesos inflamatorios endoteliales circulatorios (causales de las infartos agudos de miocardio, insuficiencias, accidentes cerebro vasculares, entre otros); disminuyendo el consumo de O2 miocárdico; aumentando la capacidad funcional, controlando la hipertensión arterial,retrasando la aparición de diabetes, estabilizando las placas de ateroma, enlenteciendo, deteniendo e incluso haciendo retrogradar ateromas ya constituidos,, estimulando todos los procesos de neovascularización (angiogénesis, arteriogénesis y vasculogénesis), mejorando la calidad de vida, e incluso disminuyendo la morbilidad y la mortalidad cardiovascular.
Gran valor preventivo y rehabilitador
En el lecho vascular, debido al movimiento de la sangre (producto de la demanda de los músculos en ejercicio); se produce un fenómeno conocido como “shear stress”, una tensión que ejerce la columna de sangre sobre la superficie endotelial en dirección tangencial generando una deformación de esta superficie o strain.
Esta fricción física, produce una reacción química, que estimula las ENOS (células precursoras endoteliales) y a la liberación óxido nítrico –ON- (potente vasodilatador, antiadhesivo y antiagregante plaquetario) que favorece la desinflamación del endotelio (atitrombótica, antiaterogenica y antioxidante) por consiguiente la profilaxis de enfermedades cardiometabólicas.
La práctica regular de actividad física y ejercicio, tiene un gran valor preventivo y rehabilitador de la salud cardiovascular; dotando a la persona de una mejor y eficiente respuesta cardíaca a las demandas de la vida diaria, además de la disponibilidad motriz, el dominio corporal y la eficiencia de movimiento; reduciendo el “stress oxidativo”, que provocan los factores de riesgo sobre nuestra salud cardiovascular.
“A calzarse las zapatillas y pregonar una vida más activa y saludable, que su salud y la de su corazón, se lo van a agradecer”.