La hermana, los hermanos, amigas, amigos y personas allegadas a Mariela Bessonart invitan a las y los villamarienses a acompañarnos a una marcha de velas que realizaremos el martes 28 de septiembre, desde las 19.30 horas, en Plaza Centenario. Reza el comunicado de Mirian una de sus amigas.
Ese día se cumplen nada menos que 16 años de la última vez que se vio con vida a Mariela. Ninguno de nosotros sabemos qué sucedió con ella luego de que fuera vista en un taller mecánico de barrio Almirante Brown, de donde se retiró con su exmarido y padre de sus dos hijos y de su hija, Rodolfo Delpino.
Desde entonces desconocemos su paradero, cuál fue su destino. Todos estos años fueron muy dolorosos, sobre todo para la familia y las amistades más cercanas de Mariela. Se nos ha privado de conocer qué es lo que le ha sucedido. Se trata de una persona desaparecida. Una desaparecida en plena democracia. Por eso creemos que esta causa no sólo es un dolor lacerante para sus afectos sino que también significa una llaga abierta en la sociedad. A cualquiera nos pudo haber pasado, a cualquiera le puede suceder. Es inadmisible que en democracia existan personas desaparecidas. Mariela lo es, no sabemos cuál fue su suerte, qué le hicieron.
Consideramos, en base a todo lo que conocemos y a los elementos reunidos por la investigación judicial, que fue asesinada. Nunca dudamos -y tenemos muchos elementos para sostenerlo- de que no se fue por su cuenta. Mariela no hubiera abandonado a sus hijos y mucho menos sin dar alguna pista ni comunicarse con sus afectos.
A Mariela se la llevaron, la sacaron de su medio contra su voluntad.
El ex fiscal Gustavo Atienza, primer instructor judicial de la causa, imputó a Rodolfo Delpino de “sustracción y ocultamiento de persona con fines coactivos”, a casi un año de la desaparición. Los nueve jueces que luego analizaron el expediente ante planteos hechos por los abogados defensores del acusado sostuvieron su participación en el caso.
A dos años de la desaparición, y luego de que Delpino permaneciera detenido un año, la Justicia redujo la calificación legal a “privación ilegítima de la libertad, agravada por el paso del tiempo”, un delito de todas maneras terrible. Y quedó en libertad, porque el tiempo que llevaba en prisión equivalía a la condena mínima que se le hubiese impuesto en un juicio de ser hallado responsable de ese delito.
Desde ese entonces (septiembre de 2007) hasta agosto pasado, Delpino estuvo acusado bajo esa carátula, pero la fiscal Juliana Companys recientemente lo imputó por homicidio calificado por alevosía, considerándolo autor del crimen. Sostenemos que en la investigación no se pudo avanzar en ninguna otra hipótesis precisamente porque no hay elementos que den asidero a otras líneas investigativas. Llamamos a quienes sostienen otras versiones (infundadas para nosotros), a que aporten datos certeros en la Fiscalía a cargo, de lo contrario evaluamos que son sólo rumores tendientes a desviar la atención.
Queremos y exigimos justicia, y que el Poder Judicial avance en el esclarecimiento de la causa y en encontrar a Mariela Bessonart, una llaga abierta y dolorosa para todos. Su madre Teresa falleció sin saber qué le sucedió a su hija. Por ella, por el resto de su familia, por sus amistades, por la sociedad toda, pedimos a la Justicia provincial que no cese en la búsqueda de la verdad.
Las mujeres del grupo alzamos el grito de Si nos tocan a una, nos tocan a todas.
Mariela es una desaparecida en democracia. Un dolor que nos acompaña desde hace 16 años.